lunes, 9 de noviembre de 2009

CUENTO DE HADAS

SU PRIMER CUENTO DE HADAS

Camino mágico, el de Santiago, lleno de senderos con la sabiduría de miles de huellas. Árboles y flores, el viento crea música entre sus hojas y pétalos y te acaricia con la suavidad de un ángel, silencio maravilloso. Ahí vive Maya, mi pequeña hadita, recién diplomada es un hada joven, curiosa, exploradora, inconformista, gran conocedora del cielo y las estrellas, como sus antepasados, a los que debe su nombre.

A pesar de vivir en el mejor lugar del mundo siente inquietudes por saber cómo será la vida allí donde las hadas ya no viven, de donde fueron expulsadas. ¿De verdad serán tan malos? se pregunta a veces. Ve pasar desde la flor donde descansa a miles de personas cada año, pero no se acerca, sólo observa. A veces juguetona se desliza dentro de algún sueño para darle luz y color y así la persona en cuestión despierta con un sentimiento especial, una sensación de alegría y dicha que sólo las hadas y los ángeles conocen en profundidad.

Layna se sentó a descansar con su espalda apoyada en un gran árbol, pues sabía de la energía que le daría este ser milenario. Siempre llevaba un cuaderno, donde plasmaba sus emociones, pensamientos, sentimientos, un cuaderno secreto donde escribía las experiencias durante el camino sagrado, pues le habían contado que podían pasar cosas especiales y aún las estaba esperando.

Maya contemplaba ensimismada los ojos de Layna, un brillo especial en ellos, sensibilidad, ternura, fuerza, belleza en su aura y una ligera nostalgia que hacía que su mirada fuera un océano de luces. Maya nunca se había acercado tanto a un ser de la especie humana, ellas, las hadas, vivían en su mundo mágico y maravilloso, lleno de valores y música, de amor y baile pero no pudo resistirse y se acercó a Layna. Leyó lo que tenía escrito en su cuaderno, era una pequeña carta y lloró.

“Mi Duende,
Escucho el sonido de los pájaros que tanto te gustan, olor a flores húmedas por la lluvia. Te recuerdo, te añoro...Yo también amo tus pestañas, y tus ojos, y tu boca. Amo tu pasión, tu ternura, tu debilidad. Amo tu mirada clavada en la mía. Te amo a ti, todo lo que eres y lo que puedes ser. Una brisa fría mueve las hojas de los árboles, un precioso cielo al atardecer, me gustaría que lo vieras a través de mis ojos. No olvides mis palabras, yo no olvido las tuyas. No olvides mis besos, yo no olvido los tuyos. No olvides mis manos, yo no olvido las tuyas. No olvides mi corazón, yo no olvido el tuyo. Ojala que vuelvas y todo florezca y el alma rebose dicha porque el círculo volvió a completarse. Entre las notas musicales que me regalaste, el piano me inunda y en su esencia estás tú. Estás en mis pensamientos, en mi corazón y en las lágrimas que intento contener cuando empiezo a echarte de menos.
Te siento, te amo.
Tu hada”

Maya descubrió que también había hadas y duendes en el mundo al que le habían prohibido ir por ser tan peligroso para su frágil alma. Su juventud y rebeldía la empujaron a seguir al lado de Layna, al lado de un hada en cuerpo de mujer, sabía que tenía algo importante que aprender junto a ella, era parte de su destino. Maya se despidió de los árboles y las flores y prometió volver para contar lo que viviría en ese mundo tan desconocido y lejano para ella.

Se asustó en el viaje de regreso a casa de Layna, ruido y desorden, no estaba acostumbrada pero siguió adelante, pues el alma de su amiga la arropaba con su brillo, confiaba en ella. Cuando Layna abrió la puerta pensaba que seguiría sola, pues su pianista pasaba fuera largas temporadas, por eso le echó tanto de menos en el camino mágico. Para su sorpresa unas notas musicales la recibieron, una dulce melodía hizo que llorase de emoción y alegría, contempló a su amor tocando con el alma.

Maya sintió un escalofrío, pues las hadas son terriblemente sensibles, bailó entre los dedos del pianista, se dejó llevar entre las notas musicales que esta vez no eran producidas por el viento, sino por el arte, por el amor. La energía enriquecedora que la inundó hizo que aprendiera la lección más grande de su vida: el amor está en todas partes, de un millón de formas, no sólo en caminos mágicos y mundos de hadas, duendes y ángeles, sólo hay que encontrarlo, que buscarlo, ser valiente por que existe y es un regalo divino para todos los seres.

Maya volvió a su mundo mágico pero algo dentro de ella había cambiado, ya no era una pequeña hadita, ahora su corazón y su luz brillaban más que nunca, sus alas eran las alas de una reina y su mensaje un mensaje que va de hada en hada, de duende en duende, de ser mágico en ser mágico por todos los caminos y bosques:

“No los abandonéis, necesitan nuestra magia ahora más que nunca, tienen luz y amor dentro de ellos, tenemos que ayudarlos por que nosotros podemos y es nuestro deber, no se merecen que los abandonemos por que unos cuantos ignorantes estropearan parte del mundo, su esencia es como la nuestra, solo necesitan aprender, cuando se ayuda a quien lo necesita es un acto de amor, somos seres con esta naturaleza y debemos demostrarlo, no ser egoístas y quedarnos en nuestra burbuja maravillosa de colores, melodías, árboles y flores”

Los seres mágicos reflexionaron y siguieron a su reina Maya, ahora muchos de ellos nos susurran y nos abrazan, nos visitan, se meten en nuestros sueños, muchos de ellos han aprendido a ver la belleza también en nuestro mundo, en todas las cosas.

Maya cambió su visión del mundo y ahora se acerca a cada persona que se para a descansar en ese árbol, ninguna ha llegado a tener jamás la luz de Layna, pero mejor se siente ella, pues si falta luz puede regalar parte de la suya y contribuir a un mundo mejor, a llenar de magia el corazón de muchas personas, a despertar la música que todos tenemos dentro, esa noche los sueños de esas personas eran de todos los colores.

Layna sintió frío y despertó, seguía apoyada en el árbol, había tenido un bonito sueño con estrellas y música. La noche había caído y la luna la iluminaba, la magia del camino la envolvía, lo sintió en su interior cuando leyó las palabras escritas en su cuaderno; había escrito su primer cuento de hadas…

Layna Ultreia

1 comentario:

Afrodita dijo...

Hola raquel, soy sara, la amiga de alex y natalia que nos conocimos en la boda, te acuerdas?
he leido tu cuento, y me ha parecido muy bonito; me voy a hacer seguidora de tu blog
;) un beso