1.
Libre… Soy como una hoja en blanco en la que se puede escribir con total naturalidad, terminé el último capítulo, cerré el último libro y lo entregué en la biblioteca de la vida, donde me multaron por llevar unos meses de retraso. Con las deudas saldadas camino, ahora sí, sin cadenas que me anclen a pesados corazones que no dejan espacio para respirar.
Los últimos libros tuvieron un protagonista, una protagonista. Un viaje entre llanuras y montañas, la vida misma. El penúltimo fue un corto viaje de llanuras, la montaña fue un Everest imposible para dos alpinistas sin experiencia. El último fue un viaje con pocas llanuras, cada uno subía su propia montaña, cuando coincidimos en el Kilimanjaro comenzamos con demasiada fuerza el ascenso, un descenso con tropiezos por lo abrupto del paisaje, sólo alguna noche descansábamos para contemplar la luna. Prefiero recordar el final así, contemplando la luna.
El penúltimo libro ya no recuerdo como terminó, ha pasado a formar parte de la colección de libros que van y vienen con el momento, libros y momentos, todos hermosos e irreconciliables. Se ha perdido entre los túneles de mi memoria, a donde antes o después van a parar todos los libros, todos los recuerdos.El último libro vivido, y que ya descansa en su estantería comienza a coger polvo, terminó con un estribillo de Sabina “…estos ojos no lloran más por ti”. El nuevo libro, aún por vivir, comienza con otra frase del cantautor “Si me quitas con arte el vestido…” ¡por favor que sea con arte!
2.
No me quiero ir de aquí, ahora que acabo de llegar, ahora que me acabo de ir.
Decía no se qué escritor, de esos que llegan a mis manos, que cuando alguien no quiere vivir en un sitio es porque no es feliz allí. Yo creo que cuando alguien no quiere vivir en un sitio es por que en otro es más feliz, simplemente, o por que quiere descubrir por sí mismo si existe esa posibilidad, o no. Puedo ser feliz donde esté, hace tiempo que aprendí a aceptar lo que hay en cada momento y en cada situación, incluso a agradecerlo. Pero no me quiero ir de aquí, ahora que acabo de llegar, ahora que me acabo de ir.
Un trabajo rechazado por obligación en una bonita ciudad al sur. Un trabajo en una casi castellana ciudad al norte y obligaciones. Ni obligaciones ni trabajo me atan ahora a la casi castellana ciudad al norte pero yo no me quiero ir de aquí, ahora que acabo de llegar, ahora que me acabo de ir.
3.
Sólo quiero que alguna vez esa Ley de atracción tan metafísica y tan de moda se pegue a mí como una lapa, y no sólo a algún deportista de élite y supuesto triunfador millonario que nadie conoce. Yo conozco las leyes metafísicas y cumplo y aprendo y agradezco y perdono y ayudo y enseño y sonrío, a veces miro al cielo y sonrío. A veces miro al cielo y “telepáticamente” les indico que no me toquen las narices, y sonrío.
Días, es el plazo que le doy a la Ley de atracción y a la de vibración y a todas las demás leyes para que se peguen a mí. No sé con qué ni a quién amenazar. ¿A mi profesor de yoga que fue el primero que me enseñó estas leyes o a Conny Méndez con su manual de Metafísica cristiana? Al primero no es el momento de reencontrarlo, Conny dejo de estar entre nosotros el año que nací, me comunicaré “telepáticamente” con ella poniendo una reclamación sin acuse de recibo. Por ahora la telepatía solo funciona en un sentido, o en ninguno. Tendré que sonreír mirando al frente.
Si yo sé lo que quiero y lo quiero atraer, por qué pedirlo tanto, porque repetir en un folio tantas veces mi deseo como si fuera un castigo de antiguos colegios, por qué repetirlo con una fórmula matemática y semántica perfecta, ¿por qué? Si yo sé lo que deseo, lo que quiero y lo que quiero atraer a mi vida, cómo no lo van a saber las altas esferas angelicales, las altas esferas de guías y maestros, cómo no lo va a saber el Universo si mi pensamiento vuela infinitamente en el tiempo y en el espacio. El alquimista de Coelho no lo sabía y todo el Universo se puso de su parte.
Estoy absolutamente segura del conocimiento que tiene el Universo de mis deseos por eso no considero necesaria la aplicación de tantas normas para que la Ley se cumpla. Soy consecuente con mi vida, mis actos, mis pensamientos, mis deseos…, por lo tanto considero que quien inventó la ley debería ser consecuente con su aplicación. Pero como en todos los sistemas de leyes y derechos ésto no funciona a la perfección. Le concedo una disculpa a la inutilidad humana pero no se la concedo al Universo. De todas formas el Universo tiene buenos abogados defensores y para todo existe una respuesta: si algo no se te concede es por que algo mejor vendrá o porque no es tu destino, ni tu plan de vida. Excusas para no cumplir las leyes, mil. Que torpe he tenido que ser, que torpe soy, mi destino no lo encuentro, yo siempre recibo excusas. A pesar de ello, sonrío.
4.
Empecé a no tomarme las cosas demasiado en serio hace unos meses, a raíz de alguna sorpresa decepcionante producto de expectativas idealizadas motivadas por la falta de transparencia, sensatez y sinceridad de la persona en cuestión que causa dicha decepción. Personas que ya están en las estanterías de la biblioteca.
Pasé por la “Borrachera de debilidad”, concepto que acertadamente introdujo Kundera en mi vida. También el de “amistad erótica”, pero ese es para otro capítulo. Otra vez la Ley de atracción! O la Ley de la no atracción, que a mí se adapta mucho mejor. Perdí el juicio también, por emborracharme, los abogados defensores alegaron que el aprendizaje a través de la decepción y la tristeza estaban en mi destino, la debilidad les abrió la puerta. Mis abogados no fueron escuchados, mis testigos fueron extorsionados. A pesar de ello, sonrío.
Que cómodo es ser débil, es la excusa perfecta para no asumir, para no responsabilizarte de ti mismo ni de las influencias de tus actos en los demás. Es la forma perfecta para recibir de los demás sin dar nada a cambio. Ser débil no es emborracharse de debilidad, quien se emborracha de debilidad sólo es débil el tiempo que dure la borrachera. La debilidad es egoísta en su forma y en su fondo. La debilidad momentánea forma parte de todos nosotros en alguna situación que nos coge por sorpresa o cansados y el alcohol en esos momentos nos emborracha como cuando éramos adolescentes.
Una borrachera puede ser divertida, te relajas y disfrutas, pero la debilidad ataca cuando más borracho estás. Te ha ido dando chupitos poco a poco hasta que no puedes casi mantenerte en pie. Y estas resacas son de las que duran unos cuantos días, o semanas o meses, hay personas a las que les acompaña toda la vida. Es la llamada por mí “resaca de debilidad”, que mi cuerpo no tolera, ni mis neuronas, pues con estas resacas es mejor no pensar, dejar que pasen, que se esfumen, que vuelen, pues de forma natural el cuerpo y la mente se desintoxican si le das refrescantes zumos de frutas, sonrisas o un nuevo amante con arte. Prefiero los zumos de frutas a los chupitos traicioneros, el amante es un buen antídoto si no intentas sustituir lo que has perdido ni lo utilizas para esconderte de la realidad. Quizá hable de los licores que me dejaron semejante resaca más adelante, si vuelvo a la biblioteca a recuperar datos.
Afortunadamente la fortaleza, el valor y la voluntad me acompañan en mi camino y la debilidad pocas veces ataca, lo hace más en la intimidad, pues además de egoísta la debilidad suele ser cobarde. Si algo tengo claro es que no quiero la debilidad en mi vida ni a quien me la provoque ni a quien me la contagie, sólo la tolero, respeto y acompaño de la mano algunos instantes afines a nuestra naturaleza.
5.
Hace una eternidad escribí un cuento…
Ahora, sólo quiero la debilidad que me produce que me quites con arte el vestido...y que cada noche sea una sorpresa que termine con el alba…
Layna Ultreia.